Monday, July 25, 2011

SABIDURIA, SALUD INTEGRAL

No seas sabio a tus propios ojos, teme al SEÑOR y apártate del mal. … Será medicina para tu cuerpo y refrigerio para tus huesos.
Proverbios 3:7-8 (LBLA)

Por mucho tiempo se nos ha presentado el concepto que la sabiduría es en simple entendimiento entre el bien y el mal; más es imperante que se vuelva la acción que esta íntimamente ligada como resultado del conocimiento. No es suficiente saber, conocer o entender, sino hacer lo que es justo, correcto y agradable a Dios.  La verdadera sabiduría comienza en conocernos a nosotros mismos; nuestras limitaciones y fortalezas, comenzando siendo genuinos con nosotros mismos acerca de nuestra propia realidad.

Hay muchos de nosotros que tenemos mayor concepto de nosotros mismos de lo que deberíamos tener; lo peor es que nos hemos mentido y engañado a nosotros mismos. Creemos que podemos vivir nuestra vida a la orilla del precipicio, sin caer en el. Creemos que podemos escaparnos, por nuestras propias habilidades, de cualquier situación y problema en que nos encontremos.

La sabiduría entonces se convierte en la alarma que nos llama cuando nos estamos acercando al peligro, ayudándonos a no caer ante los engaños y maquinaciones de nuestro propio corazón. Nos lleva a desear vivir nuestra vida conforme a los preceptos que Dios ha establecido, aunque tengamos una oportunidad de hacer lo que deseamos, decidimos agradarlo aún cuando parezca que no nos ve.

Esta determinación personal; buscando lo que Dios tiene para nosotros, se convierte en nuestra mejor herramienta de salud y bienestar personal. Es la medicina que mantiene sana nuestra mente, corazón, voluntad, espíritu, y naturalmente, nuestro cuerpo.  Es la que nos lleva a vivir una vida balaceada, aunque tengamos la oportunidad de hacer lo que es contrario, o lo que nos agrada, sin que nadie esté presente para juzgarnos.

Tuesday, July 19, 2011

SABIDURIA, RECONOCIENDO NUESTRAS LIMITACIONES

Confía en el SEÑOR con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento. … Reconócele en todos tus caminos, y El enderezará tus sendas.
Proverbios 3:5-6 (LBLA)

Una de las increíbles realidades de nuestra propia humanidad es reconocer que definitivamente no podemos hacer todo, que no somos invencibles y todos poderosos. Nuestra “humanidad” nos lleva a comprender y conocer nuestras limitaciones, reconocer que hay cosas podemos o no podemos hacer.  Cada uno de nosotros, podemos lograr mucho más de lo que nosotros creemos, más primeramente necesitamos entender nuestras limitaciones, para que conquistemos aquellas  áreas y cosas en nuestras vidas que nos parecen importantes.

Aunque la clave del éxito está en reconocer primordialmente nuestras limitantes; tenemos con nosotros el mayor de los ingredientes del éxito: Dios mismo.  Cuando nos conocemos a nosotros mismos, solamente entonces empezamos a conocer a Dios como Él verdaderamente es. Solamente entonces para nosotros, nuestra debilidad se vuelve en fuerza, nos agarramos de la Omnipotencia de Dios.

Nos hemos convencido que la “fe” es sencillamente creer en Dios; nos hemos persuadido que es una varita mágica, que nos da todo lo que queremos. La “fe” comienza a ser una realidad cuando sabiamente entendemos nuestras barreras personales, porque allí es cuando iniciamos a poner nuestra confianza, no en nosotros mismos o nuestras habilidades, sino en la potencia de Dios mismo. No podemos “confiar” en nosotros mismos, a la misma vez que confiamos en Dios; son en sí mismas una contradicción.

La promesa de Dios se vuelve real cuando no dependemos en nosotros mismos, sino que nuestros ojos están puestos en Él, aunque nos hemos equivocado y hemos terminado en un lugar totalmente opuesto a lo  que habíamos planificado o buscado, Dios endereza nuestros planes y nos vuelve al lugar en donde deberíamos de estar.

Monday, July 11, 2011

SABIDURIA, EL FAVOR DE LA VERDAD

La misericordia y la verdad nunca se aparten de ti; átalas a tu cuello, escríbelas en la tabla de tu corazón. … Así hallarás favor y buena estimación ante los ojos de Dios y de los hombres.
Proverbios 3:3-4 (LBLA)

Para tantos de nosotros, cuando crecemos personalmente, logrando obtener un nivel, sea académico, social o económico, nos volvemos insoportablemente orgullosos, nadie puede corregir, instruir o enseñarnos. El alcanzar conocimiento es opuestamente contrario a desarrollar sabiduría dentro de nuestras vidas; el que es sabio conoce sus limitaciones, su indiscutible necesidad de continuar creciendo y aprendiendo y reconoce que no es una isla humana, viviendo separadamente de los demás.

Aunque la sabiduría está compuesta de conocimiento, es vital que tenga dos elementos indispensables, sobre los cuales edifica la sabiduría: la verdad y la misericordia. La verdad y la misericordia se balancean mutuamente; singularmente son peligrosos en sí mismos, porque tienen la capacidad de destruir a otros, pero especialmente al que los posee. La Verdad en si arrogantemente condena a los que tienen opiniones y respuestas diferentes, manifestando la misericordia individualmente se vuelve alcahueta.

El éxito de la sabiduría depende de ese balance estratégico entre la verdad y la misericordia, edificando relaciones fuertes y saludables; conociendo el momento de hablar con la verdad y los momentos cuando debemos de responder con misericordia.

El favor en nuestras vidas, no solamente es un don impartido directamente por Dios sobre nosotros que sorprendentemente nos acompaña en todos los quehaceres de cotidianos, sino que es algo que nos ganamos con nuestra conducta y con la sabiduría con que nos comportamos y relacionamos con los demás. El favor se vuelve la aceptación, y la credibilidad que hemos logrado en la vida de otros, el nivel del respeto que otros le dan a nuestras palabras.

Wednesday, July 6, 2011

SABIDURIA, INDISCUTIBLES PROMESAS

Hijo mío, no te olvides de mi enseñanza, y tu corazón guarde mis mandamientos, … porque largura de días y años de vida y paz te añadirán.
Proverbios 3:1-2 (LBLA)

Ninguno de nosotros tenemos forma de garantizar nuestro futuro o como saldrán las cosas; mucho menos, determinar como y cuando moriremos. Más las Escrituras plasman sus promesas, decretando que podremos lograr largura, y naturalmente calidad, de vida. Muchos de nosotros nos recordamos del primer mandamiento con promesa: “Honra a tu padre y a tu madre, para que te vaya bien y tengas largura de días.”

En la Biblia, el término “honor” tiene que ver primordialmente con la relación que nosotros tenemos con otros, especialmente con aquellas que han sido establecidas por Dios. Cuando nos referimos a la imagen de los padres, debemos que recordar que no solamente debemos de honrarlos con nuestras palabras y actitudes, sino con lo que tenemos y somos. Más como hijos, nuestra responsabilidad es de atender y respetar sus consejos e instrucciones, los cuales han sido alcanzados por medio de una larga trayectoria de victorias y fracasos, que los ha llevado alcanzar un nivel de sabiduría experimental, proveyéndonos de una indiscutible ventaja sobre los demás.

Lamentablemente, muchos de nosotros, por una insensata inmadurez creemos que “todo lo sabemos”, o por lo menos, nos hemos convencido de eso, cerrando instantáneamente nuestros oídos y corazones a lo que ellos desean transmitirnos. El primer paso para la sabiduría es comprender que “no sabemos todo”, que necesitamos lo que otros tienen y saben. Probablemente, la mayor de las riquezas que tenemos a nuestro favor es que los que están a nuestro derredor tienen la capacidad de observar nuestras vidas, y nuestras circunstancias, de una perspectiva diferente a la nuestra.

El sabio, sobre todas las cosas, busca el consejo y la enseñanza de aquellos que lo preceden en la vida. Por la sabiduría, comprende sus limitaciones, y la indiscutible ventaja de tener a otros que nos guían para que no tengamos que experimentar algunos de los dolorosos fracasos y lecciones que todos tenemos que aprender.